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El té cumple 100 años en Argentina: radiografía de una economía regional con datos sorprendentes

En Misiones, con una fuerte apuesta tanto del INTA como de la Provincia, este cultivo ocupa casi 30.000 hectáreas y se destaca por su alto perfil exportador: se envía afuera más del 90% de la producción. Un establecimiento artesanal y otro industrial cuentan sus secretos.

Misiones concentra el 95% del cultivo de Camellia sinensis. Foto: Joaquin Valdez
Misiones concentra el 95% del cultivo de Camellia sinensis. Foto: Joaquin Valdez

Tijón Hnatiuk es un nombre clave para la producción de té en Argentina: es un sacerdote que, según cuenta la historia, llegó en 1923 procedente desde Ucrania a visitar a parte de su familia que había decidido radicarse en Argentina, en la localidad de Tres Capones, en el extremo sur de la provincia de Misiones.

 

Y lo que trajo como regalo es lo que se transformó 100 años después en la economía regional con el mayor perfil exportador del país: semillas de Camelia sinensis, el nombre científico de la planta de la que se sacan las hojas y brotes para elaborar té.

 

Esas semillas fueron el origen de las primeras plantaciones que se hicironen Misiones y el mito señala que algunas de ellas siguen creciendo en los campos del Litoral argentino.

 

Como fuere, es un cultivo que este año se está volviendo centenario en Argentina y que muestra numerosas cifras sorprendentes: por ejemplo, que ocupa casi 30.000 hectáreas, que el 92% de su producción se exporta y que genera más de U$S 78 millones anuales en exportaciones, representando uno de cada cinco dólares que ingresan a Misiones por el comercio exterior.

 

MEJORAMIENTO GENÉTICO

En el marco de una gira por diversos sectores productivos de Misiones organizada por el Instituto Argentino de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Círculo Argentino de Periodistas Agropecuarios (CAPA), Infocampo pudo conocer de cerca algunos detalles de esta economía regional que también ocupa algunas hectáreas en el nordeste de Misiones.

 

El primer mojón del camino en lo que respecta al té fue la Estación Experimental Cerro Azul del INTA Misiones, que es la única del país que se dedica, entre otras actividades, al mejoramiento genético del té.

 

Según explicó Sandra Molina, la investigadora que lidera los estudios al respecto, los primeros trabajos comenzaron en 1958, con el fin de mejorar los rendimientos, a través de la selección de las plantas que generaban las mejores condiciones.

 

En los 65 años transcurridos, el INTA logró generar 24 cultivares de té de elite, por características como su alto rendimiento, muy buen comportamiento en vivero, excelente desarrollo a campo, distribución uniforme de la brotación, alta calidad de taza y alta tolerancia a frío y sequía.

Sandra Molina, la experta del INTA Misiones en mejoramiento genético de la planta de té.
Sandra Molina, la experta del INTA Misiones en mejoramiento genético de la planta de té.

La cifra parece escasa, pero no lo es si se recuerda que Camelia sinensis es una planta perenne; es decir, que no muere ante una cosecha o después de florecer o brotar, por lo que el trabajo de selección y cruzamiento genético para obtener mejores variedades es más largo que en un cultivo extensivo.

 

En los últimos 10 años, el trabajo del INTA se ha intensificado y potenciado, logrando sumar nuevos cultivares que superan los 30.000 kilos por hectárea de brote verde, lo que significa cinco veces más que el promedio de rinde nacional, además de ser compatibles con la producción forestal, también muy típica de Misiones.

 

 

MITOS Y VERDADES DEL TÉ

La conversación con Molina permitió desmitificar algunas aseveraciones que suelen propagarse de manera popular: por ejemplo, que los diferentes tipos de té –como negro, verde o rojo– provienen de plantas distintas.

“Todos provienen de Camelia sinensis, lo que cambia es solo el proceso de elaboración; fundamentalmente, lo que es la oxidación y fermentación”, aclaró Molina.

También subrayó que boldo, tilo o manzanilla no son tés, sino infusiones provenientes de hojas de las plantas que llevan ese nombre. De hecho, la realidad es que a todo lo que no provenga de Camelia sinensis, no debería llamársele té.

 

Otro aspecto sorprendente de la producción tealera argentina es que es el único lugar del mundo donde la cosecha está casi toda automatizada; es decir, son pocas las hectáreas que se recogen a mano.

 

“Recién ahora Kenia está introduciendo maquinaria y también Ecuador, fabricada en Argentina”, destacó la investigadora del INTA.

 

Entre otros beneficios, poder cosechar de manera mecánica permitió aumentar la densidad de plantas, de unas 6.000 por hectárea a 10.000. Además, en la mayoría de los países productores, como la recolección es manual, siembran en una sola hilera; mientras que en Argentina ahora se está implantando hasta en tres hileras.

 

En la vida agronómica del té, desde que se planta hasta que se hace la primera poda pasan tres años; al cuarto ya comienzan a cortarse brotes y desde los 10 años en adelante inicia su mejor ciclo productivo que, si la planta es bien cuidada con fertilizantes, puede durar mucho tiempo. “No se sabe la longevidad máxima que tienen”, dijo Molina.

 

 

CON CALIDAD ARTESANAL

Precisamente, en la localidad de Leandro N. Alem, Adriana Yáñez encabeza un establecimiento productor de té de características artesanales en el que, asegura, hay plantaciones que tienen hasta 70 años de antigüedad.

Akasha Tea es el nombre de este emprendimiento que ocupa unas 25 hectáreas, de las cuales 22 se utilizan para la producción propia de té gourmet, y el resto, junto con otras 15 hectáreas ubicadas en otra zona, se entregan como hoja verde a las grandes industrias del sector.

“Nacimos con la idea de poner un té de calidad en la mesa de los argentinos. Lo bueno es que es un mercado que viene creciendo”, enfatizó Yáñez.

La principal diferencia entre el té artesanal y el industrial está en la cosecha: entre octubre y mayo, que es el período típico de la zafra, en el primer caso se cortan pequeños brotes en las puntas de las plantas cada 15 o 20 días; o hasta siete días en un caso de fuertes lluvias que aceleren el crecimiento; mientras que en los modelos industriales el plazo va de 30 a 45 días, porque se cosechan brotes más grandes, que en muchos casos incluyen también hojas duras y pequeños palos.

 

Dicho de otro modo, en un plazo de entre seis y siete meses, una plantación de té para elaboración artesanal es cosechada durante al menos 10 veces, mientras que una con destino industrial, unas cuatro veces.

Adriana Yáñez, emprendedora en Akasha Tea
Adriana Yáñez, emprendedora en Akasha Tea

En el caso de Akasha, casi toda la cosecha se realiza de manera mecánica, a excepción de los brotes que se destinan a té “blanco” (las otras variedades que comercializa Yáñez son rojo, negro y oolong).

 

Otra diferencia es que el marchitado en la producción artesanal se hace de manera natural y tarda unas 18 horas, con una temperatura de secado de 100°C; mientras que en una industria lleva apenas tres horas, con un secado a 130°C.

 

“La otra gran diferencia es que yo hago por campaña 5.000 kilos de té y la industria hace 50.000 por día”, bromeó Yáñez.

 

CON EMPUJE INDUSTRIAL

Unos 50 kilómetros más hacia el norte de Misiones, en Campo Viera, Klimiuk Infusiones es una empresa liderada por tres hermanos que es un ejemplo no solo del empuje agroindustrial del té, sino también del potencial de los emprendedores argentinos.

 

Un ejemplo: en 2018 procesaban 300.000 kilos anuales de hojas de té, y para este año proyectan llegar a cuatro millones; es decir, 13 veces más.

 

Jonathan Klimiuk, uno de los tres hermanos socios de la firma, precisó que tienen cuatro líneas de producción y que exportan el 100% a 12 países, entre los que se destacan Estados Unidos, Rusia, Polonia, Nueva Zelanda, República Checa y Perú, entre otros.

Jonathan Klimiuk, uno de los tres hermanos que encabeza la fábrica de infusiones familiar.
Jonathan Klimiuk, uno de los tres hermanos que encabeza la fábrica de infusiones familiar.

La producción de hoja que procesan –unos 100.000 kilos diarios– surge de 250 hectáreas propias, más de 1.500 que alquilan pero manejan por su cuenta, y otras 700 hectáreas que compran a productores tercerizados, pero que deben cumplir con los parámetros que pide la compañía.

 

La fabricación del té está casi toda automatizada: desde que ingresa la hoja verde, hasta que se seca, se marchita, se muele y se termina transformando en diferentes mezclas, de acuerdo a lo que solicitan los mercados compradores.

 

SE VIENE LA EXPO TÉ

Durante la gira por los establecimientos tealeros, participaron también la subsecretaria de Desarrollo y Producción Vegetal del Ministerio del Agro y la Producción de Misiones, Luciana Imbrogno; y el director general de Yerba Mate y Té, Helmuth Kummritz.

 

Los funcionarios reflejaron que uno de los problemas que sufre el té es el bajo consumo interno: apenas 160 gramos por persona al año y con una vinculación muy grande a problemas de salud.

 

Por ello, con el fin de promover una mayor demanda y asociar al té como una bebida más –como se consume en otros lugares del mundo– una de las iniciativas fue armar un Circuito del Té con 13 establecimientos de la zona tealera misionera.

 

Pero también Imbrogno anunció la realización de la Expo Té, que tendrá lugar del 25 al 27 de mayo, los dos primeros días en el Centro de Convenciones de Posadas y la última jornada con visitas a campo. En el medio, también habrá una ronda de negocios internacionales.

 

Todo esto en la previa del Día Internacional del Té, que se celebra cada 31 de mayo.

 

Fuente: Info Campo

 

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KLIMIUK HERMANOS S.A.

Ruta Nacional 14 KM 903

CP: 3362 - Campo Viera

Misiones - Argentina

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